La figura del sacerdote Oscar dejó huella en San Antonio de Prado
El sacerdote Oscar Albeiro Ortiz, conocido por su controversial papel en la historia reciente de Colombia, ha fallecido en Bogotá, tras una vida marcada por la polarización. Ortiz había sido condenado en 2016 a 19 años de prisión por su liderazgo en un grupo paramilitar en San Antonio de Prado, en el occidente de Medellín. A pesar de su condena por homicidio, desplazamiento forzado y otros crímenes, muchos de los habitantes de la zona lo veían como un líder comunitario, lo que creó una figura pública ambigua, tanto admirada como rechazada.
El sacerdote, quien estuvo vinculado al bloque Cacique Nutibara de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), fue señalado por diversos sectores como un jefe encubierto que utilizó su rol religioso para ocultar actividades criminales.
En 2010, fue capturado tras ser denunciado por su implicación con los paramilitares, especialmente bajo el mando de alias “Don Berna”. Sin embargo, en su comunidad, algunos lo apoyaban, lo que reflejaba la complejidad de su relación con la población local.
A pesar de su condena y la muerte que lo alcanzó en la capital, su figura sigue siendo objeto de debate. En 2012, una marcha en su favor evidenció que muchos de sus seguidores lo percibían como un hombre de paz, aunque la justicia lo calificó como un criminal encubierto.
La historia de Ortiz es un claro ejemplo de cómo las realidades locales pueden ser tan diversas y contradictorias frente a la ley y la moral pública.
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