Al principio nada es fácil, las pequeñas intentan una y otra vez y en algunas jugadas se vale meter hasta el pie.
El proceso no es sencillo, pero sí divertido, y mientras haya ganas lo demás aparece de un momento a otro.
Los familiares son los que viven con más intensidad todos los partidos. Y ellas sienten esa energía en la cancha.
Acá no hay jugadas buenas o jugadas malas, con el tiempo se perfecciona la técnica y mientras tanto, lo más valioso es ver en cada jugadora una sonrisa que es alimentada por el trabajo en equipo y el apoyo incondicional de todas la que hacen parte de una familia del deporte.
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— Hora13 Noticias (@hora13noticias) August 28, 2023